Era una mañana como otra cualquiera, el timbre del segundo recreo ya había sonado y yo me hallaba sentado en una mesa de la cafetería hablando con mis amigos en un intento por descansar de una dura jornada de estudios, mientras,la miraba de reojo, sentada en la esquina opuesta de la sala, era la chica mas preciosa que yo había visto, unos años menor que yo, desprendía una belleza de tal calibre que de entrar cualquier modelo por la puerta se vería eclipsada por su gloriosa hermosura.Yo me pasaba los recreos mirándola discretamente, preguntándome si ella sabía que yo existía, que llevaba años pensando en ella, que le rezaba a Dios para que ella fuese feliz, buscando una chispa de valor en mi alma para poder hablarle. Estando absorto en estos pensamientos vi mi oportunidad, una gota de esperanza en el mar de sufrimiento que sentía al no poder estar con ella.El timbre había vuelto a sonar y ella ya estaba subiendo las escaleras cuando observé que las llaves se le habían caído al suelo, no dudé en meterme entre las piernas de toda la gente que se disponía a volver a clase y cogí las llaves.
Al salir, decidí esperarla en la entrada y cuando la entrada y cuando la vi,tragué saliva y dirigí a ella con una voz entrecortada:"Perdona, pero he encontrado estas llaves, me parece que son tuyas" ella me miró, esbozó una sonrisa que hizo que se me encogiera el corazón y dijo:"Vaya cabeza la mía, justo hoy que no están mis padres en casa" se quejó, en ese momento mi cerebro estaba desconectado, no tenía control sobre mi voluntad, mi boca se abrió sola y de ella salieron las palabras: " Si quieres yo puedo llevarte", ella aceptó agradecida y yo anestesiado de felicidad la invité a subir al coche y mi dispuse a llevarla a casa.
Una vez allí pronunció las dos palabras que nunca creí poder escuchar de sus labios: "Quieres subir?" yo asentí y subimos juntos las escaleras, me llevó a su cama y me quitó la camiseta, empezó a besarme el cuello, el pecho, y siguió bajando. De pronto sin yo esperarmelo me mordió fuertemente, me dolió, no estaba seguro de si me gustaba o no, pero le dejé seguir mordiendome, noté algo frío que contrastaba fuertemente con su cálida piel blanca, era una cuchilla con la estaba creando profundos cortes en mi cuerpo, cortes que besaba llenando sus labios con la sangre que brotaba de mi interior.Yo tenía miedo, mucho miedo, pero no quería parar, nunca me había sentido tan feliz en mi vida, el latir acelerado de mi corazón hacía que la sangre brotara cada vez con mas fuerza, ella se quitó la camiseta mostrandome una cantidad exagerada de quemaduras y cicatrices, yo quería besar cada uno de esos cortes, pero tenía fuerzas, estaba perdiendo demasiada sangre.Me besó en los labios, pude notar su lengua,su aliento dentro de mi, el sabor de mi sangre en la boca, saqué fuerzas y logré susurrarle un te quiero al oído antes de que mi alma abandonara mi cuerpo entre dolor y placer.Había muerto, pero jamás había sido tan feliz.